Desde joven decidió estudiar biología. Su vocación lo llevó al Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud. Allí tiene 17 años.
Especialista en vectores
Lorenzo Cáceres, junto a compañeros del Icges, ha hecho estudios de la malaria, virus hanta y dengue, logrando evidencia científica que permite adoptar estrategias contra esas enfermedades.
Hay personas que a temprana edad ya saben qué estudiarán en el futuro, pues sienten esa chispa por una profesión.
Ese es el caso de Lorenzo Cáceres, quien, desde que cursaba el tercer año en la escuela secundaria de Puerto Armuelles, provincia de Chiriquí, se inclinó por la biología.
Como niño intrépido siempre trataba de arreglar los juguetes y hasta la plancha de su mamá. El objetivo era buscar respuestas y a medida que aumentaban sus conocimientos más crecía su amor por la ciencia.
Tras culminar la secundaria dejó su provincia natal y viajó a la ciudad capital para empezar su carrera de biología en la Universidad de Panamá.
En 1983, mientras cursaba estudios, ingresó a trabajar en la sección de entomología médica del Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria del Ministerio de Salud (Minsa). Allí nació su conexión directa con la entomología –ciencia que estudia los insectos–, la cual Cáceres considera fascinante.
Su pasión lo llevó hasta el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kouri, en Cuba, entidad científica reconocida en la que obtuvo su doctorado en entomología.
Ahora Cáceres es uno de los investigadores más destacados del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Icges), en donde lleva 17 años y ha participado en más de 20 investigaciones, todas relacionadas con la salud pública.
PRIMEROS ESTUDIOS
Cáceres, junto con sus compañeros del Icges, han estudiado el virus hanta, malaria y dengue, logrando evidencia científica que permite al Minsa aplicar las estrategias contra esas enfermedades.
Cuenta que llegó en 1998 cuando la entidad se encontraba en estado deplorable, ya que, con la salida de la administración estadounidense y el retiro de la asignación económica por parte del Congreso de Estados Unidos, en 1989, no se tenía nada.
“El hecho que vino a fortalecer al Gorgas fue el brote epidémico de virus hanta, en 1999, en el cual fuimos los primeros en trabajar, junto con los compañeros Mario Aguilar y Arsenio García, en las investigaciones de campo con apoyo de científicos de la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos, ya que era la primera vez que hacían un trabajo de este tipo”, recuerda.
El brote de virus hanta en el país coincidió con un entrenamiento que recibían de investigadores de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, en capturas de roedores silvestres para su disección y obtención de tejidos para aislar virus de encefalitis equina, así como captura de aves y mosquitos.
Con esas muestras obtenidas y enviadas a CDC se confirmó lo que sucedía en la provincia de Los Santos, incluso, se identificó a dos roedores con virus hanta, Oligoryzomys fulvescens, (virus Choclo), que puede ser letal en los humanos y el Zygodontomys brevicauda (virus Calabazo), que solo circula entre roedores.
Posteriormente, en 2001, Cáceres puso su conocimiento a trabajar en el brote de encefalitis equina venezolana registrado en Darién, donde se aisló este virus en el roedor Oryzomys alfaroi, que no había sido reportado como reservorio hasta ese momento en el país.
Cuenta que también participó en la investigación del brote de la malaria por Plasmodium Falciparum, iniciado en 2002 y en un nuevo brote de encefalitis equina que ocurrió en 2010 en el área este del país, donde el grupo de científicos del Icges aisló el virus mercadeo en mosquitos Culex.
De jugar con canicas o cristales, como le conocen en su pueblo, saltar soga y volar cometa, pasó a manejar instrumentos más sofisticados como un microscopio y trabajar con organismos modificados genéticamente.
DETRÁS DEL TRANSGÉNICO
El estudio sobre el mosquito transgénico, que tiene como fin acabar con el vector Aedes aegypti, transmisor del dengue en Panamá, es la investigación más reciente de Cáceres, quien señala que tardó más tiempo del programado.
¿La razón? La obtención de los permisos para la importación y liberación de los mosquitos por la Comisión Nacional de Bioseguridad (integrada por representantes de los ministerios de Salud, de Desarrollo Agropecuario y de Comercio e Industrias).
Indica que la investigación debió concluir en dos años, pero tardó cuatro, ya que trabajar con un organismo genéticamente modificado, que es regulado su uso por convenios internacionales y nacionales, requiere cumplir con una serie de parámetros.
Incluso, dice que hubo que hacer mucha divulgación y docencia a grupos comunitarios, autoridades locales y organizaciones ambientales porque no estaban convencidos de la tecnología.
Relata que fueron meses de trabajo, visitando, con su equipo, casa por casa de los tres sitios seleccionados (Nuevo Chorrillo, Princesa Mía y Lluvia de Oro), en el distrito de Arraiján, en Panamá Oeste, donde logró la colaboración, participación y aceptación de un casi 95% y una efectividad en la eliminación del mosquito Aedes aegypti de 93%.
Por seis meses los investigadores del Icges liberaron unos 4.2 millones de vectores modificados para competir por las hembras y procrear larvas que morirán casi de inmediato, ya que a los mosquitos transgénicos se les crea una proteína letal que impide el desarrollo de las larvas del insecto, y en caso de que sobrevivan, no puedan transmitir el dengue.
Cáceres explica que el porcentaje de efectividad se determinó mediante el monitoreo que se tenía con ovitrampas –recipientes de plástico– colocadas en el sitio de liberación y sitios controles establecidos desde hacía más de tres años antes de las liberaciones.
Se trata de un estudio que se originó en 2010, cuando en el Icges se hizo una reunión del grupo técnico de trabajo llamado MosqGuide de la Organización Mundial de la Salud, el cual estaba encargado de desarrollar guías sobre el uso de mosquitos transgénicos.
De esa cita surgió la propuesta de investigación, en la que se invirtieron más de $550 mil.
Para Cáceres lograr el financiamiento de los proyectos internacionalmente es difícil, pero en los últimos años el Ministerio de Economía y Finanzas y la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación están apoyando las investigaciones, luego de que se presente una propuesta que tenga impacto en la solución de los problemas de salud del país.
GRATOS RECUERDOS
Entre el laboratorio, giras y demás, Cáceres busca tiempo para trasmitir a sus tres hijos cómo fue su infancia en los campos y ríos de Puerto Armuelles, ya que, dice, hoy los niños no tienen la alegría de ser intrépidos e imaginativos como los de su época. Aunque reconoce que los tiempos han cambiado y en la actualidad los juegos de antaño han sido reemplazados por los electrónicos y la computadora.
También les cuenta que la mejor etapa del niño o adolescente es en la que solo hay que estudiar, ya que no existen preocupaciones.
Especialista en vectores
Perfil
- Entomólogo del Departamento de Control de Vectores del Ministerio de Salud, entre 1983–1998.
- Coordinador de la comisión Nacional para la Prevención y Control de la Enfermedad de Chagas del Minsa, de 2001–2004.
- Coordinador de la Red Latinoamericana de Control de Vectores.