Tras 25 años de haber pasado a administración panameña, el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Icges) es hoy el principal patrimonio científico del país.

Tres investigadores que formaron parte de la transición, Evelia Quiroz, Ana María Vieto de Vásquez y Julio Cisneros, cuentan que el proceso no fue fácil, pues el recurso humano y económico era mínimo.

CREACIÓN

Fue creado en 1921 por el presidente de Panamá, Belisario Porras, en honor al doctor William C. Gorgas, quien había erradicado la fiebre amarilla en el período de la construcción del Canal de Panamá.

Se trata del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (Igces), el laboratorio de referencia de la región, que tiene 25 años de estar bajo la administración de Panamá.

El centro de investigación estuvo en manos de Estados Unidos hasta 1990, cuando mediante la Resolución No. 98 del 6 de diciembre se autoriza al Ministerio de Salud (Minsa) aceptar y administrar los bienes del centro de investigación.

Tres científicos que formaron parte de la transición coinciden hoy con que el proceso no fue fácil, porque el recurso humano y económico que tenían era mínimo.

La primera es Evelia Quiroz, investigadora de la institución que fungió como enlace entre el Minsa y el Gorgas en el traspaso de administración.

Quiroz señala que contaban con solo 100 mil dólares de presupuesto para operar, pero no lograron ejecutarlo por desconocimiento en las normas de manejo de una institución del Estado.

Otro inconveniente fue el mantenimiento de las instalaciones, ya que había que conservar los activos (sueros, células y virus) para futuras investigaciones.

La especialista en virología indica que el laboratorio quedó con 15 funcionarios como recurso humano y 19 investigadores dedicados a los estudios científicos. Solo quedó un estadounidense.

Acota que los funcionarios que se quedaron en el Gorgas sufrieron una disminución de su salario entre el 13% y el 21%, pero con la promesa de mejoras a corto plazo.

Sin embargo, el pago se atrasaba en ocasiones como es tradición en las instituciones del Gobierno, y tocaba mantener el recurso humano con actitud positiva para seguir adelante, recuerda.

La dirección de la institución fue asumida en enero de 1991 por el doctor Miguel Kourany, quien había trabajado con anterioridad en el laboratorio.

Kourany, junto con su equipo de trabajo, siguió adelante con los estudios de vigilancia nacional e internacional de enfermedades como sarampión, rubéola, malaria, leishmaniasis, entre otras.

También con la vigilancia del dengue, que en ese momento era la única enfermedad en Panamá transmitida por el mosquito Aedes aegypti.

Quiroz cuenta que mantener la vigilancia del vector permitió detectar oportunamente la presencia de casos importados de dengue, sin trasmisión autóctona, por tres años hasta el primer brote de 15 casos en 1993.

LOGRAN FONDOS

La jefa del Departamento de Parasitología, desde 1990 a 1999, Ana María Vieto de Vásquez, coincide con Quiroz en que la labor no fue sencilla, pues el único proyecto de investigación que existía y obtenía dinero de forma externa era el estudio de drogas para la malaria en monos.

No obstante, Vieto de Vásquez manifiesta que luego de múltiples gestiones durante los años de 1993 a 1998, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo le otorgó los fondos para que realizara estudios sobre la epidemiología de la leishmaniasis en las áreas de Bocas del Toro, Chiriquí, Veraguas, Coclé y el área de costa abajo en la provincia de Colón, en conjunto con investigadores del Instituto de Salud Carlos III en Majadahonda, en Madrid, España.

Posteriormente, en 1999, el Programa Especial de Investigación y Capacitación en Enfermedades Tropicales (TDR, por sus siglas en inglés), de la Organización Mundial de la Salud, le otorgó fondos para desarrollar un estudio sobre triatominos no domiciliarios en el corregimiento de Chilibre.

Los triatominos son los vectores de la enfermedad de Chagas, y los estudios, que datan de más de 40 años, habían señalado la región como endémica, explica Vieto de Vásquez.

Actualmente, las investigaciones indican que el área sigue siendo endémica, pero la incidencia de la enfermedad es baja, lo cual se atribuye a las mejores condiciones en las que viven los moradores del área.

Otro investigador que reconoce la intensa labor para mantener el Gorgas es Julio Cisneros, quien por 35 años laboró en la entidad en el Departamento de Investigación en Virología y Biotecnología, y formó parte de varios estudios de virus como: la encefalitis equina venezolana, el hanta, la influenza y diversos arbovirus.

Cisneros manifiesta que se enfrentaron a brotes de virus como las encefalitis de equinos y humanos, la influenza A(H1N1) y el dengue, y en todos esos casos se logran avances notables.

Citó como ejemplo que aislar la cepa de la gripe A(H1N1) funcionó para la elaboración de una vacuna.

PATRIMONIO CIENTÍFICO

Para el exdirector del Icges Jorge A. Motta, durante estos 25 años la entidad se ha levantado y logrado ser reconocida nacional e internacionalmente, porque cuenta con un laboratorio de referencia único en la nación y una producción científica igual o mayor a la que se tuvo en los mejores momentos de la administración de Estados Unidos.

“El Gorgas, como el Canal, ha superado las expectativas que muchos panameños tenían en el momento que se entregó el laboratorio al Minsa”, agrega.

Un logro del Icges fue que en diciembre de 2003 se aprobara la Ley No. 78 con el fin de reestructurar y organizar la institución, y en enero de 2005, por primera vez, tiene su propio presupuesto.

Sin embargo, el reto que enfrentan los directores de la entidad todos los años es lograr el suficiente apoyo financiero para llevar a cabo las funciones de un laboratorio de referencia e investigación en temas de salud pública, recalca Motta.

En ese sentido, el director de la institución, Néstor Sosa, explica que los procesos burocráticos existentes atrasan la compra de reactivos e instrumentos.

Agrega que los salarios en la entidad son generalmente más bajos que los ofrecidos a los científicos de la industria farmacéutica, incluso en institutos dentro y fuera de Panamá, por ello es difícil retenerlos.

El presupuesto anual de la institución científica hace siete años era inferior a los 5 millones de dólares y ahora es de 15 millones de dólares, señala Sosa.

En la actualidad, el laboratorio Gorgas cuenta con 12 científicos con título de doctorado. Hace 25 años, después del cambio de administración, el número era mucho menor. Incluso en 2009 solo contaban con tres investigadores con el grado de doctor.

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