Dra. Aydeé Cornejo
Por: Violeta Villar Liste
Panamá, a través del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud fue el anfitrión del taller regional que apoyado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), permitió definir la Guía regional para el diseño e implementación de un plan para monitorear cianobacterias productoras de toxinas, integrando análisis fisicoquímicos e isotópicos
Con el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES) como anfitrión y con el apoyo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), 17 países se reunieron en Panamá con la misión de definir una guía regional que permitirá vigilar la presencia de tóxicos en aguas de ríos, lagunas o embalses.
El taller regional “Monitoreo de la Calidad del Agua incorporando el Análisis de Cianobacterias, Parámetros Fisicoquímicos y el uso de Isótopos Estables”, se desarrolló del 24 a 28 de julio en Panamá.
Este encuentro deriva del Proyecto RLA7026 denominado “Evaluación de la contaminación ambiental orgánica e inorgánica en ríos, lagos embalses, y lagunas de Latinoamérica y el Caribe, y su impacto sobre el riesgo de proliferación de cianobacterias productoras de cianotoxinas que afectan la salud humana”.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) define a las cianobacterias o algas verde azules “como organismos de hasta 3000 a 35000 millones de años, con aparato fotosintético que han colonizado tanto las aguas continentales como los ambientes marinos, en forma unicelular o pluricelular (colonial o filamentosa)”.
Ocurre que bajo ciertas condiciones ambientales, estas algas pueden generar toxinas y afectar la salud humana.
Descargas cloacales y fertilizantes afectan los cuerpos de agua y pueden convertir a estas algas en un peligro para la salud pública luego de “nutrirse” con este tipo de sustancias.
El impacto de las cianobacterias propició el intercambio colaborativo de los presentes en el taller, que contó con la participación de científicos y representantes de los ministerios del Ambiente de Argentina, Belice, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela.
Carlos Alonso Hernández
Por Panamá, el ICGES es la contraparte nacional del proyecto RLA7026. Participaron por el Instituto Gorgas, la Dra. Aydeé Cornejo, del Laboratorio de Ecología y Ecotoxicología y la Dra. Anayansi Valderrama; el Dr. Orlando Leone por parte de la Universidad de Panamá; la Dra. Shannon Weeks de la Autoridad de los Recursos Acuáticos; la Dra.Kathia Broce en representación de la Universidad Tecnológica de Panamá y la Lic. Ana Raquel Tuñón del Ministerio de Ambiente.
El taller permitió generar la propuesta de una Guía regional para el diseño e implementación de un plan para monitorear cianobacterias productoras de toxinas, integrando análisis fisicoquímicos e isotópicos.
Esta guía armoniza criterios técnicos para establecer estrategias y enfoques integrados de los programas de monitoreo y seguimiento de florecimientos de cianobacterias en ecosistemas acuáticos.
De igual modo, se definieron los objetivos de los cursos de entrenamientos en cada componente y la evaluación de los posibles casos de estudios regionales.
Vigilar la calidad del agua
Carlos Alonso Hernández, investigador de los Laboratorios del OIEA para el Medioambiente Marino y quien estuvo presente en el taller regional, explicó que resulta imposible separar la salud del medio ambiente de la salud humana.
“Este proyecto busca garantizar la seguridad del consumo de agua de la población”.
De igual modo, propone fortalecer “la gobernanza y gestión sostenible en ríos, lagos y embalses de América Latina y el Caribe”, fortaleciendo las capacidades científicas.
Señaló que el agua tiene muchos estresores o formas de degradación a causa de contaminación por metales pesados o compuestos orgánicos persistentes, por la mala gestión de los residuos en la región.
Solo en la región Caribe, el 90% de las aguas residuales van directamente a los ecosistemas, es decir, no son tratadas.
“Dentro de este gran espectro de problemas del agua y su calidad, existen las toxinas que pueden ser letales para el ser humano”.
¿Cómo estas toxinas se presentan en el agua? Por un problema de contaminación que describe el científico: puede ocurrir con los fertilizantes usados en la producción agrícola cuando son arrastrados por las lluvias hacia los ríos o embalses.
Estas sustancias “alimentan” a las microalgas o cianobacterias que se convierten en agentes tóxicos.
De igual modo el cambio climático introduce modificaciones en el entorno.
Ocurre que en la región existe dificultad para identificar si estas especies presentes en embalses, lagos, ríos o en general las zonas costeras, son tóxicas.
Reconocer esta capacidad de hacer daño al ser humano se puede lograr por métodos tradicionales o avanzados como la biología molecular o nuclear “y por eso las técnicas isotópicas nucleares nos pueden ayudar y aportar información genética valiosa”.
¿Qué son las técnicas isotópicas?
Las ciencias nucleares aportan instrumentos para llegar rápido al diagnóstico de las aguas.
El experto de la OIEA explica que las moléculas de agua se comportan como huellas dactilares que se pueden examinar para conseguir información valiosa y rastrear desde edad hasta origen, al medir sus distintos isótopos o átomos de un mismo elemento.
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“Los científicos emplean determinados isótopos, como el nitrógeno 15, el oxígeno 18 y el azufre 34, para detectar contaminantes, como el nitrato y los sulfatos. Gracias a estos isótopos, también pueden saber si las aguas subterráneas de un lugar son aptas para el consumo humano.
Por ejemplo, los científicos pueden estudiar si una muestra de agua que contiene una cantidad excesiva de nitrato está siendo contaminada por excrementos humanos o si, por el contrario, la fuente de contaminación son los fertilizantes que usan los agricultores de la zona.
Los iones de nitrato se componen de nitrógeno -que tiene dos isótopos- y oxígeno -que tiene tres isótopos-. La proporción de estos isótopos es diferente en los excrementos humanos y en los fertilizantes, por eso es posible identificar estas dos fuentes de contaminación mediante un análisis isotópico. Conocer las causas de la polución es fundamental para resolver problemas de calidad del agua y lograr un manejo más sostenible de los recursos hídricos”, describe la OIEA.
Alonso Hernández indica que animales o peces muertos pueden indicar un problema en el acuatorio.
Una vez detectado, se requiere un diagnóstico acertado para saber cuáles toxinas se producen y en cuál cantidad.
Desde la perspectiva preventiva, “la solución es reducir la cantidad de nutrientes que llegan al agua y para lograrlo se debe conocer la fuente u origen”.
“Por eso la necesidad de fortalecer estas capacidades regionales en el análisis de toxinas con técnicas nucleares e isotópicas”.
Resaltó la importante durante el taller regional de haber logrado consensos y armonización de procedimientos.
La presencia de científicos y de representantes ministeriales fue también un acierto “porque nos ayuda a reducir la brecha entre los resultados científicos y los tomadores de decisiones”.
La guía se concibe como un instrumento de utilidad pública para todos los países de la región y es una estrategia que no admite demora: hace una década se registraban unos 32 florecimientos por año; ahora son 600 “y cada vez son más frecuentes”, alertó Alonso Hernández al poner en números la realidad de estas microalgas que cuando son tóxicas generan efectos perjudiciales en la salud pública.